Desde hace bastantes años se habla de la pérdida o crisis de valores. Ésta se ve reflejada en muchos ámbitos de nuestra sociedad y por supuesto, a nivel general en el mundo. Sin duda la deshumanización, la corrupción, la violencia, el egoísmo son reflejos manifiestos de esta falta de valores humanos.
Crisis significa en griego discernimiento, juicio, separación, distinción. Por su misma concepción y por el modo de ser propio del ser humano, los valores nos invitan a discernir sobre los bienes específicos que busca la persona realizar, vivir en la práctica, encarnar en su conducta.
Si miramos detenidamente los principales fenómenos de la vida actual nos encontramos con la crisis moral patente, con que no se hace ese discernimiento cuidadoso de lo que está bien y de lo que está mal en la conducta. Como si no fuera algo que nos correspondiera a cada uno hacer de modo urgente.
Si algo le cuadra bien a la sociedad es decir que padece una crisis de valores éticos (honestidad, lealtad, responsabilidad, veracidad, etc.). Se conculcan valores, se desconocen los valores, hay burla de la conducta recta, el hacer las cosas con rectitud de conciencia no es noticia. Los medios de comunicación amplifican lo negativo, lo violento lo deshonesto y son quienes más desvirtúan la virtud.Un ejemplo claro es la crisis económica global que padece el mundo. Se desplomó la maquinaria financiera montada en torno al afán desmedido de lucro, de ganancia, fruto no del trabajo sino de la especulación, muchas veces de los manejos deshonestos.
En algunas de esas grandes empresas, en las paredes de los Consejos de Administración estaban colgados los Códigos Éticos. Pero esos códigos no sirvieron para nada, o sólo para guardar las apariencias de la existencia de una ética empresarial que resultó que no era ética de ningún modo. Esa ética se quedó sobre el papel, no estaba en la vivencia sincera e interiorizada. De palabra, no con los hechos.
En el fondo de la crisis lo que hay es una falta de valores y una presencia poderosa de antivalores. Al ponerse en primer plano el consumismo, el poder y el placer, cobran fuerza la ambición, la codicia, la soberbia, la prepotencia, la opulencia, la vida superficial, la vanidad, el egoísmo, etc. Y luego vienen las violaciones profundas a la ética: la corrupción, el atropello a los derechos humanos, los atentados a la dignidad de la vida y la des espiritualización de la persona.
*Jorge Yarce, doctor en filosofía, experto en comunicación, periodista, escritor, profesor, rector, universitario, consultor empresarial colombiano / Jorge Yarce - jy@universidad.edu.co El Observatorio de la Universidad Colombiana
Jorge Yarce, doctor en filosofía, experto en comunicación, periodista, escritor, profesor, rector, universitario, consultor empresarial colombiano, visita por tercera vez Nicaragua. Las dos primeras como lo hizo en calidad de periodista en la década del setenta, pero esta vez ha venido para hablar de un tema muy importante que nos interesa a todos: los valores éticos.
Y es que Yarce promociona su decimocuarta publicación titulada Valor para vivir los valores, cómo formar a los hijos con un sólido sentido ético, que pretende ser un manual que sirva de apoyo a los padres en esta difícil tarea.
Yarce, autor de libros sobre temas de filosofía, comunicación y educación, está de gira por diferentes países latinoamericanos para la promoción de su libro. “Después de Nicaragua me dirijo a Costa Rica el lunes y el jueves a Panamá, después me regreso a Colombia y continuaré promocionando en otros países”.
Para este escritor colombiano, los hijos son la riqueza más grande de una familia, pero lo más importante no es proporcionarles las cosas materiales, sino interiorizar en los valores, vivirlo como hábitos y proyectarlos en la convivencia cotidiana. En las 262 páginas de Valor para vivir los valores, cómo formar a los hijos en un sólido sentido ético, su autor pretende por medio de anécdotas y un examen detallado de 24 valores, descubrir cómo practicar los valores cada día, sin imposiciones, de modo que esto se convierta en una fuerza en la vida cotidiana de sus hijos. —
¿Cómo nace la necesidad de escribir un libro con esta temática?
—En principio déjame decirte que soy presidente del Instituto Latinoamericano de Liderazgo, que es una entidad formada hace nueve años por un grupo de consultores universitarios que quisimos hacer un aporte al liderazgo de nuestros países, un buen día descubrimos que en todas las organizaciones como empresas, la familia, el Estado, hablaban de valores. Pero sucede que muchas veces uno entra en esos sitios, y los valores sólo existe en teoría. Fue eso lo que nos motivó a trabajar sobre cómo hacer para que los valores se lleven a la práctica. —
—En principio déjame decirte que soy presidente del Instituto Latinoamericano de Liderazgo, que es una entidad formada hace nueve años por un grupo de consultores universitarios que quisimos hacer un aporte al liderazgo de nuestros países, un buen día descubrimos que en todas las organizaciones como empresas, la familia, el Estado, hablaban de valores. Pero sucede que muchas veces uno entra en esos sitios, y los valores sólo existe en teoría. Fue eso lo que nos motivó a trabajar sobre cómo hacer para que los valores se lleven a la práctica. —
¿Cuál es el proceso de transmisión de valores?
—Si las familias tienen valores influyen en los grupos sociales, si los grupos sociales también los tienen influirán en el Estado. Pero al revés no funciona, porque aunque el Gobierno saque decretos diciendo que seamos leales, la gente no les hace caso, porque no se pueden imponer. Los valores no se imponen por decreto, lo que se puede hacer es invitar a la gente a vivirlos libremente. —
¿Cuál es la diferencia entre principios y valores?
—Los principios son verdades universales absolutas que no dependen de los individuos, como la ley de la gravedad, cómo la libertad, la dignidad, principios que normalmente coinciden con los derechos humanos, ellos dan soporte a los valores. El valor depende de la práctica cotidiana y de cómo lo viva yo. —
¿Cómo incide la práctica de valores en la sociedad?
—Es curioso que en las sociedades latinoamericanas que hay mucha corrupción, se insiste en hacer leyes para perseguir la corrupción, pero no se insiste con la misma fuerza en fomentar las valores a todos los niveles. Si a la gente no se le fomenta que ser honesto es bueno, que ser leales es bueno, que respetar a los demás es bueno, que tolerar a los demás es bueno, seguiremos tirándonos los trastos a la cabeza. —
¿En una escala de valores cuáles son los más importantes?
—La responsabilidad es un valor número uno, tiene que ver con el trabajo, con el servicio, con la caridad. También hay otro valor muy vigente que es el respeto, considerar al otro como persona y tratarlo como tal, no pensar que uno es más porque tengo estudio o dinero. Muchos de los conflictos vienen de ahí porque no se respetan las diferencias. Me atrevería a poner un tercer valor que le concedo una fuerza especial, que es la generosidad, las personas con esas características llegan largo. Es un gran error de los padres de familia de insistirle a los hijos en el tener y no en el ser. Y un cuarto valor muy importante es el amor, un sentimiento que dignifica a las personas.